Sopa de pollo criollo

Aquí inicia una nuevamente temporada de campamentos. Cada año, cuando llegamos a este punto siempre me pregunto: ¿por qué? ¿Por qué estamos haciendo esto? ¿Por qué gastamos tanta energía, tiempo y dinero en reuniones y programas?

Creo que siempre es bueno iniciar así (algunos dirán que es para alentar mi pesimismo), yo digo que es una manera saludable de hacer las cosas, así podemos evaluar y ver el propósito de lo que hacemos a la vez que sumamos o eliminamos cosas que han estado allí sólo por tradición y que no edifican a nadie.
Y ahí es donde nosotros, el Comité de Ministerios, partimos este año, preguntándonos las preguntas correctas sobre las cosas que hacemos para mantener las buenas y dejar de lado las malas.
Hablemos sobre los Entrenamientos, por ejemplo. En años anteriores consistían en llevar a nuestros jóvenes de Bastión a campamento. Lo que hacíamos era invitarlos a campamento para un fin de semana de descanso mientras otros les servían, les enseñaban, los informaban para luego ir de vuelta a Bastión o Sauces. No me malentiendan, no es que esas cosas estuvieran mal, sino que hacía falta algo: trabajo manual.
Así, este año creímos que sería de beneficio para los colaboradores si los acercábamos a las necesidades que suceden en su entorno.
Los entrenamientos de este año están llenos de muchas expectativas y energía.
El 28 de septiembre tuvimos el primer entrenamiento. Fuimos a un lugar llamado Las Jaguitas, una pequeña comunidad localizada en el campo a tres horas de Guayaquil en una provincia vecina llamada Manabí. Allí pasamos todo un día pintando, cortando monte, haciendo bancas de caña y compartiendo algo de tiempo con personas de la comunidad y con algunos niños que este año fueron parte de la Programación de Campamento El Faro.
El sábado nos levantamos a las cuatro de la madrugada, llegamos al terminal terrestre y cogimos el bus que nos iba a llevar a Las Jaguitas. Llegamos allá a las nueve de la mañana e inmediatamente fuimos invitados a desayunar con una familia junto a la iglesia. Sí, arroz con carne y un pequeño bolón de verde. Ellos conocían a algunos de nosotros o habían oído de nosotros por las historias de los niños que habían ido a campamento. Aun así, a pesar de que la mayoría eran extraños, fuimos invitados como familia a compartir de lo poco que tenían.
Los niños de la casa estaban por todas partes, riendo, escondiéndose de nosotros y hablando sobre campamento, de cómo extrañaban estar allá a la vez que recordaban algunos juegos y a algunos consejeros.
Trabajamos todo el día, el calor fue terrible, sin embargo terminamos el trabajo antes del almuerzo.
Nosotros llevamos comida para cocinar allá, llevamos arroz (por supuesto) y atún. Las hermanas de la comunidad se ofrecieron a cocinar por nosotros y cuando llegamos a comer, ellas habían hecho sopa, sopa de pollo para nosotros. Ellas tomaron uno de sus pollos criollos e hicieron sopa para nosotros. Uno de sus pollos para nosotros.
Tal vez a ustedes esto no les parezca gran cosa, pero es significativo. Tú sólo haces pollo criollo para personas especiales, para personas que son cercanas a ti. Ese pollo fue criado para ser compartido entre familiares y personas cercanas, y ellas los compartieron con nosotros. Eso es amor.
Dejamos ese lugar en la tarde. Nosotros creímos que íbamos trabajar, pero en realidad el trabajo fue hecho en nosotros. Sí, pintamos algunas cercas, cortamos un poco de monte, hicimos algunas bancas, pero sobre todo fuimos amados.
Al final esto es lo que estamos buscando: amor. Al final esto lo que nuestros niños y jóvenes van a buscar a campamento: amor. Al final toda la idea de campamento se resume en: amor. Dar y recibir: amor.